Esta semana se estrenó el segundo avance de la tan esperada película de Barbie, la muñeca más famosa y bien vestida del mundo, que será protagonizada por Margot Robbie y Ryan Goslin.
El trailer fue acompañado con el lanzamiento de coloridos posters oficiales donde conocimos al elenco completo del filme y qué papeles interpretarán. En minutos, estas imágenes se hicieron virales en redes sociales, pues todos los usuarios comenzaron a subir sus fotos siendo parte del mundo perfecto de Barbie, con leyendas como «esta Barbie es abogada».
Durante décadas conocimos a una Barbie que era absolutamente todo, pues según Mattel, en toda su historia ha tenido más de 150 profesiones como doctora, veterinaria, repostera, piloto, maestra… en teoría es un buen mensaje ese de «Sé lo que quieras ser». El problema es que TODO lo hacía al mismo tiempo que no dejaba de ser «perfecta» – cuando ser perfecta era sinónimo de caucásica, guapa, bien dotada, heterosexual y femenina-.
Parecería mentira que un juguete sea capaz de marcar el estándar de belleza mundial y si bien no creo que Barbie lo haya establecido, sí que lo reforzó con su muñeca principal y más popular: rubia, ojos claros, grandes pestañas, hermosa naricita, sonrisa blanca, delgada, acuerpada, alta, perfectamente maquillada y peinada, bien vestida, siempre entaconada… y con este modelo aspiracional crecieron millones de niñas.
Para los que aún no saben, con este producto cinematográfico, buscan relanzar la imagen de Barbie para que las generaciones actuales de madres e hijas tengan un modelo a seguir más realista, más humano e imperfecto. Aunque la última década, Mattel ha trabajado en la deconstrucción de Barbie con muñecas más diversas e incluyentes, esta película de autocrítica le pondrá acento a este mensaje.
Entonces esta no será un Barbie Fairytopia o Cascanueces, esto será una crítica social en rosa, un reclamo hecho comedia sobre los ridículos estándares de perfección que la sociedad le ha impuesto a las mujeres a lo largo de la historia.
Hasta donde sabemos, la peli trata de que la Barbie principal, interpretada por Margot Robbie, es expulsada de Barbieland -un mundo rosado y divino- por no ser lo suficientemente perfecta para vivir en él o por cuestionar su rol ahí, pues mientras vemos a «Barbie Presidenta» o a una «Barbie ganadora del Pulitzer», Margot y Ryan son solo los clásicos y rubios Barbie y Ken, atrapados en un eterno noviazgo perfecto de manita sudada.
La película fue dirigida por Greta Gerwin, quien se ha dado a conocer por películas con mensajes feministas como «Lady bird». Entonces aunque no sepamos bien la historia, estamos seguros de la trama: Barbie cuestionará su existencia, se deconstruirá y terminará siendo lo que ella quiera y no lo que le dicen que puede o debe ser.
Muchas mujeres, hoy adultas, vivimos nuestra infancia con Barbie. Una explosión rosada con la que jugamos a ser y tener, algo que en la actualidad no somos ni tenemos… o al menos yo no recuerdo a la Barbie Godín, con lonchera y escritorio donde cumple su jornada laboral de lunes a sábado; ni tengo mi convertible rosa, el cuál existirá siempre en mi imaginación (a menos que me aumenten el sueldo al 300% o me saque la lotería que nunca compro).
¿Y qué tiene de malo aspirar e imaginar ser? Nada, no tiene de malo jugar y soñar a ser doctora o reina de belleza, aunque no llegues a serlo (porque la vida da muchos giros, porque las circunstancias son adversas o porque tus sueños cambian)… lo malo es que si nos creemos que esa vida es sinónimo de éxito, creceremos cargando una sensación de fracaso y frustración que nos impedirá tener sonrisa de muñeca, de oreja a oreja.
Aunque no es imposible, es irreal creer que tendremos la vida de Barbie tan fácil como le resulta a ella. Hay que estudiar y trabajar, hay que hacer sacrificios, hay que enfrentarse a personas desagradables, hay que desvelarse, tener ojeras y a veces mal humor para poder conseguir todo lo que ella tiene, y cuando por fin lo tengamos, probablemente será en colores menos divertidos.
Sí, Barbie comunica un buen mensaje, podemos lograr lo que nos propongamos, pero no siempre será con esa sonrisa perfecta, el camino no siempre será de felicidad desbordada. Como humanas, vamos a sufrir y llorar por eso; vamos a enojarnos y pelear, vamos a conocer rufianes y vamos a tener el corazón roto. Sin duda esta película además de divertirnos y darnos algo de nostalgia, nos hará reflexionar sobre las exigencias que nos imponen otros y nosotras mismas para sentirnos plenas. La espero con ansias.
De esa niña que fui, la que jugaba con Barbies y aspiraba a esa perfección ya solo queda un gusto desmedido por vestirme de rosa, porque tacones nunca aprendí a usar, patines menos; siempre ando despeinada y me quedé chaparra. Pero así intento ser feliz.
Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.
Adriana Colchado Jiménez @Tamalito_rosa