Y es que era un dicho mal dicho, pero quizá en contexto, porque no había posibilidad de discusión en la mesa, a algunas generaciones nos consideraron en mute en cuanto a la opinión sobre temas sociales. El decir: en la mesa no se habla de política, de religión, de dinero, etc., parecía prudente porque qué íbamos a saber nosotros; y entonces quizá eso provocó quitarle la voz a determinado género y creo sin temor a equivocarme que en su mayoría fue al femenino, pero también a los que eran pequeños por ser pequeños o aquellos que no tenían cierto grado de estudios porque que podían saber ellos de la vida, claro como si no fuéramos usuarios del mismo México.
Por ello entonces crecimos y nos formamos para ser en algún momento parte de una sociedad de la que no podríamos opinar sobre el rumbo que queríamos que tomara o sobre el que debía tomar, solo sobre lo permitido, sobre lo incuestionable, llegamos a participar de esas decisiones de la vida en sociedad solo con lo que escuchamos, con lo que por herencia podía ser considerado bueno o malo de acuerdo a las pláticas de los adultos.
Es muy probable que por ser esa generación que aprendió a no hablar de eso en la mesa la siguiente generación con la que convivimos nos parece demasiado débil o escandalosa, una generación que de todo se queja, nos parece de cristal porque se rompe fácil y entonces de qué somos nosotros que aguantábamos demasiado lo cual tampoco quiere decir que seamos el mejor referente; mira que el cristal también permite ver más, también hace visible lo que antes se podía ocultar y por ello sería un error callar ante lo que vemos, esta generación habla y habla en mayúsculas por esta capacidad de medios y redes por las que hoy puede expresar su voz y por ello en momentos nos exaspera.
Pero el punto es cuestionar a rajatabla lo que ya no está en contexto y decir que sí que en la mesa sí se habla de política, de dinero, de religión, de diversidad sexual, de cifras de violencia y sí se habla de un García Luna, de una Rosario Robles, de asistir o no a una marcha convocada en rosa pero que puede tener muchos colores más de fondo, pero de decidir, opinar y no seguir simplemente.
Hoy en el marco de una reforma educativa que si bien considero cuestionable en su elaboración y desarrollo y por supuesto materiales; de lo que se habla entre sus ejes articuladores es de conceptos como pensamiento crítico, interculturalidad crítica, inclusión, igualdad de género y esto no es un contenido conceptual, se trata del desarrollo de habilidades, del desarrollo de valores y de posturas que se hablan en la mesa de la casa, de los cafés, de lo que se habla en la red, de lo que hoy podemos cuestionar, porque la palabra es un privilegio y ejercerla en mayúsculas es posible riesgo.
Asumir el riesgo puede ser resultado de participar en esas decisiones, para hacernos inclusivos, críticos y protagonistas incluso de eso de lo que no se hablaba, pero que hoy por hoy es necesario escuchar en casa e incluso provocar esas conversaciones, sin polarizar… porque eso es vivir en sociedad, porque esas charlas provocadas en la casa, en la escuela, en el café son parte de ese espacio que más que diverso simplemente en ocasiones nos parece el bando contrario. Así que, de eso, ¡sí se habla!
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