Zavala Sofia
“Mientras haya alguna mujer sometida, nunca seré una mujer libre”
-Audre Lorde
El presente artículo consiste en una investigación con base en los estudios y experiencias que se han encontrado dedicadas al análisis del impacto político, social, cultural y económico que representa el fundamentalismo musulmán en la mayoría de los paises de Medio Oriente, cuyo propósito principal es visibilizar la violencia de género disfrazada de ayuda comunitaria, ocasionando vulnerabilidad constante en las mujeres pertenecientes a esta parte del continente asiático.
El objetivo del presente texto es analizar la forma en la que se reprime a la mujer en los ámbitos ideológicos de su vida. Adicionalmente, el artículo da cuenta del impacto socioeconómico que genera el fundamentalismo a través de la prohibición y desvalorización de los derechos humanos por la población femenina. En este sentido, sostengo que la lucha por la equidad de género y el respeto a la equidad fundamental son constantemente vulnerados por los actores hegemónicos del sistema internacional.
El fundamentalismo musulmán
El fundamentalismo es un movimiento religioso militante que acepta e incluso llega a adoptar las innovaciones tecnológicas de occidente, rechazando aspectos socioculturales de la edad moderna (especialmente aquellos que hablan sobre la familia)[1]. Este lucha a favor de una visión del panorama internacional basada mayormente en un panorama irreal, reposando en teorías de innovación tecnológica no reconocidas, poniendo en práctica la llamada “voluntad de Dios”[2].
En cuestión de las mujeres, los fundamentalistas han optado por imponer normas y leyes tradicionales,que establecen un sistema de roles género donde se prioriza al patriarcado; en este sentido, mujeres pertenecientes a distintos países del Medio Oriente se han visto vulneradas, discriminadas en aspectos comúnes de la vida diaria tales como el uso del transporte o baño público y obligadas a sostener una segregación en las relaciones sociales que mantienen en todo momento, mientras que los varones son impulsados a la poligamia y el feminicidio por el propio gobierno.
Informes sobre la violación a los derechos humanos redactan: “las mujeres que no cumplen la Hiyab correcta son perseguidas periódicamente y sus nombres son retransmitidos por la radio con el fin de avergonzarlas y humillarlas”[3] ¿Es esto realmente una forma de “mantener el orden social” o solo es otra manera de desvalorizar a las mujeres?. Cabe destacar que, La cita hace referencia directa al tipo de abuso y sometimiento al que se enfrentan las mujeres día a día.
La protesta ahogada
A partir de la instauración del orden musulmán radical y la posterior llegada del régimen Talibán en Afganistán, cuyas imposiciones iban mucho más allá de las propuestas por el fundamentalismo, un terror impresionante comenzó a surgir en muchos países de Medio Oriente, dado que los castigos radicales sometieron a las mujeres a todo tipo de abusos físicos y psicológicos provenientes del clero fundamentalista.
En países como Egipto, Bangladesh, Estambul o Pakistán han surgido diferentes poetas, activistas, escritores y pequeños colectivos que intentan promover la igualdad de condiciones en el sistema, sin embargo, la mayoría de estos compactos grupos han sido perseguidos y atormentados por distintas autoridades fundamentalistas. Un ejemplo de lo anterior es Hameed Khan, un poeta y activista pakistaní dedicado a promover la planificación familiar y los derechos de la mujer fue amenazado por el gobierno con la ejecución, sólo por el hecho de apoyar a las mujeres en situaciones que las vulneraban[4].
En otros lugares de Medio Oriente, distintos colectivos preocupados por la radicalización del movimiento fundamentalista en contra de las mujeres también han sido violentados, sometidos y obligados a retractar sus ideales, pues de algún modo cualquier corriente de pensamiento que vaya en contra de este régimen religioso es manejado como un delito y una falta grave a los valores militarizados que aquejan a las mujeres.
El gobierno ha negado los pocos permisos solicitados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para intervenir en los derechos reproductivos y laborales de las mujeres, permitiendo que el incesto, la poligamia y el abuso infantil sigan ocurriendo bajo los falsos discursos religiosos y nacionalistas que crean ideales de una sociedad correcta bajo afiraciones fundamentadas en la desvalorización de la mujer.
Actualmente podemos encontrar varios retrocesos considerables en el apoyo al movimiento feminista, pues, como ya se comentó, con el paso del tiempo y a casi tres décadas de la llegada del régimen Taliban, las medidas para eliminar todo tipo de protestas que se han basado en el uso de la violencia, tales como el uso de ácidos, mutilación, gases tóxicos o granadas explosivas; los hechos anteriores demuestran de antemano la manera en que la voz de las mujeres aún está ahogada.
Ventajas socioeconómicas de adoptar la religión
Es necesario entender que dentro de este régimen religioso existen ciertas “ventajas” que son otorgadas a las mujeres de Medio Oriente, pues, aunque desde una perspectiva occidental las mujeres viven bajo un terror real, más de la mitad de la población femenina de los países fundamentalistas se ha convencido de unirse a la religión y dejar de lado sus intereses personales por razones peculiares.
Principalmente en países productores de petróleo como Irán o Iraq, el régimen fundamentalista ofrece beneficios a las mujeres que siguen la religión; entre estos beneficios se encuentra la asistencia médica, servicios educativos, donativos de ropa, alimentos y medicamentos que son de suma ayuda en las zonas más pobres de Medio Oriente[5]. Analicemos la balanza existente en la que de un lado se encuentra el apoyo a cambio de seguir la religión, pero, del otro se encuentra la nula propuesta de soluciones viables a las problemáticas socioeconómicas a las que se enfrentan estos países.
La principal explicación de muchos de los éxitos del fundamentalismo se debe al énfasis que éstas ponen sobre la familia y la crianza que obliga la participación mútua de madre y padre de familia, otorgando un sostén más seguro; no obstante, encontramos que la planificación familiar y el fomento al uso de métodos anticonceptivos es prácticamente nulo, por lo que las mujeres se ven obligadas a quedarse en el hogar criando a un aproximado de entre cinco u ocho hijos.
En los últimos años, algunos grupos de sociólogas hablan sobre el hecho de las mujeres que adoptan la religión militante por distintos factores, mismas que argumentan: “No sólo lo hacen debido al apoyo económico que reciben, sino también a la autonomía política y social alternativa que las mujeres logran participando en estos movimientos […] pueden tener algunas libertades individuales”[6] .
Con la cita anterior podemos concluir un poco de lo que representa el fundamentalismo militante en la actualidad; si bien, las muchas razones por las que la imposición de una religión violenta y restrictiva ocasiona innumerables retrasos en el desarrollo de los derechos humanos y la perspectiva de género en Medio Oriente, es necesario analizar los motivos por los que las técnicas de convencimiento que utiliza el fundamentalismo para que las mujeres cedan a la represión de todas sus libertades.} resultan tan efectivas.
Al paso del tiempo la realidad se hace cruda y áspera, pues entre el grito ahogado de las miles de mujeres sometidas a una religión que mata por no seguir la ideología militante y la difícil situación política y económica a la que se enfrentan las familias es casi imposible levantar la voz para exigir una reforma en el patriarcado que prohíbe a toda costa la intervención por los derechos humanos de las mujeres y niñas en Medio Oriente. En pleno 2023, ¿seguimos creyendo que no pasa nada?