Si al presidente Andrés Manuel López Obrador le cayó como balde de agua fría el hackeo a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), seguramente al gobernador del Estado, Miguel Barbosa, le cayó un poco más helado, luego de darse a conocer lo que ya sabemos los poblanos, que en Puebla, sí hay cárteles.
Según información revelada a partir de ese hackeo, «Los Croquis» son una de las células criminales que operan en la ciudad de Puebla y que probablemente también sea la responsable del asesinato de Esmeralda, la madre buscadora en Villa Frontera.
Lo raro es que un grupo de hackers, aunque claro con la información necesaria, sepan más de inteligencia cibernética y de seguridad, que las mismas autoridades. De acuerdo a los datos recabados de la propia SEDENA, «Los Croquis» tienen presencia en las colonias Villa Frontera, Aparicio, Solidaridad, Malintzi y López Mateos, todas con altos índices delictivos.
Los datos de los documentos elaborados por la coordinación estatal de Puebla de la Guardia Nacional (GN), esta célula criminal se dedica principalmente a la venta de droga en la capital y su principal nicho es el Mercado Unión.
Con esta información ya no hay pretexto para que nieguen y sobretodo para que investiguen a Alejandro C., alias el «Chupón» y a Jonathan N., alias el «Pillo», supuestos operadores de esta banda, aunque lo que sí queda claro es que agentes externos denominados hackers, deberían de llevar todo el control y la seguridad de los mexicanos, y no la Guardia Nacional, ni los militares.
También se filtró la presencia en el Mercado Unión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y que opera en la ciudad de Puebla a través de un grupo encabezado por Omar L., alias “el Negro».
¿No que no había cárteles en Puebla?
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