La embestida contra la Universidad Nacional Autónoma de México por parte del Ejecutivo Federal sólo refleja la incomodidad que siente este último por la independencia y autonomía de instituciones que son parte del Estado mexicano y, que en esta ocasión, es la máxima casa de estudios quien es objeto de sus difamaciones.
Desde su cúpula presidencial endurece el señalamiento hacia la Universidad, la tacha de neoliberal, derechista, individualista, incapaz, carente de economistas, abogados, sociólogos, politólogos, comunicólogos, científicos y humanistas que defiendan al pueblo, que velen por el bienestar social, que busquen alternativas para que el país se desarrolle según sus caprichos.
Es fácil querer imponer desde Palacio Nacional, desde el búnker presidencial solo hablar sin sentido a diario por las mañanas, ser un megalómano, egoísta de mente cerrada que piense que no habrá repercusiones por sus dichos.
Lea con atención señor presidente (así con minúscula) porque usted solo habla desde la ignorancia y el desconocimiento; la Universidad Nacional forma profesionistas que son pueblo y sirven al pueblo, educa personas con pensamientos críticos y autónomos, así mismo forja integrantes que desde las instituciones realizan una loable labor para el correcto funcionamiento de las mismas.
La Universidad es patrimonio de la nación, con una larga y amplia trayectoria que ha ido trazando a lo largo del tiempo, con un prestigio que a pulso le ha otorgado ser de las mejores universidades de América Latina y el mundo, con una calidad y distinción que ha construido desde los centros de investigación, escuelas, facultades y desde las propias aulas de cualquier nivel escolar.
La Universidad es respetuosa de los actores políticos, sin embargo, no es omisa ni indiferente ante los hechos que afecten, agravien e inclusive beneficien a la sociedad, al contrario, participa, dialoga, se involucra y propone.
Esta casa de estudios siempre ha sido crítica de gobiernos anteriores, lo es con el actual, y lo será con los próximos, si a usted le molesta que señalen los errores, omisiones y desaciertos de su administración es una pena, porque la UNAM se mantendrá firme y siempre abierta al diálogo en sus expresiones y comunicados.
La Universidad merece y exige respeto, porque de ella han egresado grandes figuras e individuos que han puesto el nombre de México en lo más alto de los rubros académicos, sociales, científicos, tecnológicos y deportivos. El compromiso universitario no es con usted, es con la nación, con el país y la sociedad.
Hoy más que nunca está latente el lema de Vasconcelos “el pueblo a la Universidad, la Universidad al pueblo”, hoy más que nunca pertenecer a la UNAM es motivo de orgullo, hoy más que nunca se defiende la autonomía e independencia de la máxima casa de estudios, hoy más que nunca es un privilegio pertenecer a la Universidad de la Nación porque quien suscribe es miembro de ella.
“POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”.
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