Cerca del medio día de este martes, a través de las benditas redes sociales, comenzó a circular que el gobernador del Estado de Puebla, Miguel Barbosa, estaba siendo atendido de urgencia en un hospital, unos aseguraron que en Ciudad de México y otros más que en Puebla.
Su equipo lo desmintió, para que horas más tarde se confirmara lo que desde el inicio de la administración se pensaba, que no terminaría su papel como jefe del ejecutivo estatal. Y no, no porque los poblanos no quisiéramos que no terminara su trabajo, sino porque era bien sabido que el gobernador no gozaba de buena salud desde años atrás.
Los detalles los dejamos a los morbosos, a nadie le importa si tomó un helicóptero a la 1 am de ayer para llegar a un hospital en Ciudad de México, o si llegó ya con muerte cerebral a un nosocomio en Puebla para después ser trasladado a la capital del país, esos son datos que si no se supieran, no le quitan relevancia a lo verdaderamente importante, que es que Puebla otra vez, está sin gobernador porque falleció.
Casualidad o no, en el 2018, justamente un diciembre, murió la entonces gobernadora electa, Martha Erika Alonso, tragedia que causó revuelo a nivel nacional por la manera en la que murieron ella y su esposo, el entonces senador y ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle; peor aún las palabras de Miguel Barbosa “Dios los castigó”, haciendo referencia a la gubernatura que perdió en la elección con Alonso Hidalgo.
Para quienes creen en la “justicia divina”, ésta ya se hizo presente, pero para quienes no, Puebla representa lo que es tener mala suerte con sus dos últimos gobernadores, porque en una sola administración, los dos han muerto ya.
Para este miércoles tenemos la ceremonia de cuerpo presente en el Congreso local, por supuesto contando con la presencia del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se tendrá una reunión en Casa Aguayo y los protocolos funebres necesarios para despedir a Miguel Barbosa, pero después de eso, viene una avalancha política en nuestro estado porque lo que creíamos que sería el 2024 con Barbosa, ahora lo será en manos de quien el Congreso elija para culminar lo que él ya no pudo.
Me parece precipitado mencionar los nombres de quienes podrían suceder a Barbosa Huerta, pero entre ellos suena el de Sergio Salomón Cespedes, actual presidente de la Junta de Coordinación Política en en Congreso y “corcholata” de Barbosa para aspirar a la gubernatura en 2024.
A lo mejor los tiempos les favorezcan a varios interesados en la que podría ser su única oportunidad, en unos días lo sabremos, mientras tanto que en paz descanse Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta.
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