“Sentir es lo más valiente que hay. Requiere agallas«
Sergi Rufi
En estos ya no sé cuántos soles desde que comenzó la pandemia, es común leer y escuchar en todas partes sobre la importancia de las emociones, un tema que pedía a gritos ser visible; también es fácil encontrar con frecuencia imágenes, videos o incluso charlas que nos recomiendan “poner nuestra mejor cara ante la situación”, “sonreírle a la vida”, no importa en realidad lo que estés viviendo, lo que pase a tu alrededor, pareciera que hay una tendencia a creer que todo se solucionaría simplemente “poniendo una mejor cara”, pero, ¿Realmente lo sentimos? ¿Cuándo fue la última vez que te detuviste a reconocer lo que sientes? ¿Cuánto tiempo llevarán tus emociones esperando a ser reconocidas por poner la mejor cara?
Si bien la actitud es un factor importante y es totalmente válido “sonreírle a la vida”, en situaciones como esta es clave mirar hacia adentro, identificar lo que realmente sentimos, la forma en cómo nuestro cuerpo se manifiesta, darle valor a nuestras emociones, reconocerlas y nombrarlas. En mi caso, no desdeño nada que me conmueva o me haga experimentar, partiendo de algo clave: dejar de dar las cosas por sentado y empezar a aceptar conscientemente lo que me sucede, hoy sé, por ejemplo, de mi tendencia al llanto y entonces cuando lloro soy consciente de que así mi cuerpo se manifiesta.
Ni la pena ni el éxtasis debería avergonzarnos, nuestro cuerpo con todo lo que implica debe ser un espacio seguro y habitable, por ello la importancia de comenzar a conocerlo, así como observamos a detalle esa prenda nueva porqué queremos que se nos vea bien, echemos un vistazo a lo que sentimos para no tener que pensar en la cara que debemos poner y dejar que salga sola.
Susana Bisnes Munguía
Psicóloga. Docente de la Universidad Autónoma de Tlaxcala