Mujer economista mexiquense e hidalguense que se describe como afortunada
por conquistar sueños que para otros serían imposibles, pero que consiguió con
mucho trabajo, dedicación y esfuerzo.
Larizza Brindís Díaz, es primogénita de sus padres, creció de la mano de la
escuela de educación especial en la que su mamá era directora donde llegó a ser
maestra, “los chicos me enseñaron a ser muy paciente, gracias a ellos me volví
una persona muy humana con un sentido de responsabilidad muy fuerte”, ya que
atendían a personas de múltiples discapacidades desde distrofia muscular hasta
personas con autismo a los cuáles siempre vio como iguales. “El poder ayudar a
otros, sin duda te hace comprender lo afortunado que eres”.
Su padre ingeniero civil en su momento fue funcionario público, iba de candidato a
presidente suplente con el PAN, Lari aún recuerda el impacto que le ocasionó ver
a la gente acercándose, hablar de problemas y propuestas, viendo al político como
un superhéroe. Al ser 2006 el PAN estaba en su punto máximo entonces la
esperanza que tenía la gente en una persona para resolver muchas cosas la
fascinó y la cereza en el pastel fue que la llevaron de excursión al MIDE –Museo
Interactivo de Economía- donde se enamoró de la economía y supo que esa era
su herramienta para ayudar al mundo. Declarando que hasta la fecha le encanta
como profesión y como servidora pública, que vive su sueño y que espera que la
mayoría de los jóvenes tengan el placer de sentirse útiles con su sociedad. “El
mundo necesita más personas que amen lo hacen, a la juventud le urge dedicarse
a sus pasiones”.
ESTAMOS VIVIENDO UNA CRISIS DE VALORES
Lari comprende que esta generación es muy compleja debido a que les han
tocado muchos factores externos, son hijos de matrimonios complicados que la
mayoría están desintegrados ya que estamos viviendo una crisis de valores, una
crisis de desconfianza institucional porque “la juventud no cree en las instituciones,
por ende, no cree en los partidos políticos, por ende, no cree en el gobierno”, y
que todo está conectado con porqué los jóvenes no quieren formar familias ya que
no tienen acceso a la vida económica que tenían sus padres o abuelos, “entonces
es una generación frustrada” ya que no pueden acceder a empleos dignos o una
jubilación como les gustaría y que el cuento de que si estudias una licenciatura y
te esfuerzas tendrás un buen empleo que te permitirá tener la vida resuelta casi a
los 30 ya no aplica.
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